EL LENGUAJE NO BINARIO EN LA FORMACIÓN PROFESIONAL: EL DESAFÍO DE TRADUCIR SIN EXCLUIR
Rosario Traducciones dialogó con Mercedes Montero, traductora y docente, sobre la importancia de la temática en los ámbitos académicos
Tanto a la hora de traducir como de generar contenido, es necesario y fundamental preguntarse a quién o quiénes le estamos hablando, no solo para lograr mensajes efectivos sino también para no excluir a nadie en nuestros textos, ya sea que se trate de escritos propios o de traducciones. A partir de esta premisa, dialogamos con Mercedes Montero, traductora, docente e integrante del equipo de colaboradores de Rosario Traducciones, acerca de la importancia del abordaje del lenguaje no binario en la formación de profesionales de la industria de la localización.
- ¿Cómo se viene trabajando la temática del lenguaje no binario en la formación de traductores profesionales?
Creo que en los traductorados de nivel terciario y universitario se está incorporando poco a poco la problemática del lenguaje no binario en las aulas como un tema de reflexión ineludible para prácticamente todas las áreas de la formación profesional.
Si bien no existe una materia específica que se dedique de lleno a la cuestión, se trata de una problemática que atraviesa todos los saberes que se incluyen en la formación de traductores profesionales. Desde el estudio de la gramática española, la lingüística, el estudio comparado de lenguas y las prácticas de redacción y traducción se encaran reflexiones teóricas sobre el lenguaje no binario y también se experimenta con su aplicación práctica. Se organizan charlas, debates, jornadas y otras actividades extracurriculares en las que se producen interesantísimos intercambios de opiniones. Sobre todo, creo que se hace hincapié en generar entre quienes se están formando la conciencia de nuestra responsabilidad profesional respecto de la lengua y la forma en que la usamos.
A nivel institucional, el lenguaje no binario también se está incorporando poco a poco tanto en comunicaciones oficiales como en intercambios cotidianos entre docentes y estudiantes.
En lo personal, celebro el hecho de que esta práctica no se trate de una imposición sino de una forma de reconocimiento de una alternativa lingüística que se emplea y que tácitamente se propone como modelo para quienes deseen adoptarla.
- ¿Considerás que es un tema presente en los actuales planes de estudio? ¿Qué cosas debería reformularse?
Es un tema presente en la práctica porque la cuestión genera muchísimo interés entre quienes están formándose para ejercer la profesión. Es una necesidad que debemos resolver como docentes para preparar profesionales idóneos para insertarse en el mercado laboral con fundamentos lingüísticos adecuados para el momento histórico y cultural que estamos protagonizando.
Esta temática cada vez concita mayor interés, mayor necesidad de saber y se va incorporando lentamente a los planes de estudio. Considero que es una temática que atraviesa todos los saberes que el traductorado organiza y divide en diferentes cátedras y es evidente que cada vez ocupa más espacio, porque es un debate impostergable si se piensa en formar traductores que ejercerán la profesión en un futuro muy cercano.
- ¿Encontrás resistencia a la hora de abordar esta temática en el ámbito académico?
Sí, claro. Pero no se trata de una resistencia uniforme. Hay un conjunto de docentes que afirman que el lenguaje no binario atenta contra la integridad de la lengua española y se oponen de manera férrea a su implementación. Pero también hay quienes lo introducen en su propia práctica lingüística y quienes, como en mi caso, hacen de esta problemática un objeto de observación y reflexión en las aulas.
Hay discrepancias en el uso, además, entre las distintas variantes morfológicas disponibles. Hay quienes emplean el sufijo –e, quienes optan por el sufijo –x y quienes recurren al sufijo -@. También hay quienes los combinan en su práctica discursiva. Y además hay quienes optan por reflejar el no binarismo mediante otras estrategias discursivas: la duplicación, el uso de sustantivos abstractos, perífrasis, entre otras estrategias.
Como dije antes, no veo una resistencia institucional a incluir el tema entre los contenidos que se abordan en una cátedra, sino que hay una apertura total para abordar el cambio lingüístico de manera seria y responsable. La decisión está en cada docente y en el espacio que cada cátedra decide darle al tema. Pero lo que se evidencia, sin lugar a dudas, es una total apertura para trabajar el tema.
- ¿Qué recursos y estrategias considerás que cada profesional de la traducción debe conocer e incorporar para poder comunicar sin excluir?
Creo que, independientemente de la postura que cada hablante tenga sobre el tema, los profesionales de la traducción necesitamos adoptar una postura crítica y desarrollar una actitud analítica respecto de la lengua y su uso. Y también, por supuesto, respecto de nuestro rol. La traducción profesional nos exige distanciarnos de nuestra propia práctica y analizar de manera objetiva los usos de distintas comunidades hablantes para poder determinar cuál es la pauta lingüística más efectiva en cada contexto. Debemos recordar en todo momento que cuando traducimos, plasmamos la voz de alguien que nos confía sus textos. Es importante analizar cuál debe ser esa voz, dejando de lado la opción que mejor refleje nuestra visión personal del mundo. Tenemos que desarrollar la capacidad de percibir las variedades en el uso y de analizarlas, contrastarlas, evaluar sus resultados poniendo en el centro de la reflexión al público destinatario de los textos que traducimos.
Se trata de desarrollar, me parece, la empatía con quienes leen o escuchan lo que traducimos y preguntarnos: ¿cómo quiere este público que le hablen?, ¿qué pauta lingüística generará en este público la respuesta que esperan generar quienes nos confían la traducción? No debemos olvidar en ningún momento que quienes ejercemos la profesión somos mediadoras y mediadores lingüísticos. Nuestra forma de emplear la lengua tiene que estar puesta al servicio de los intereses y necesidades de otras personas siempre, sin excepción.
Por eso, tenemos que desarrollar un profundo sentido de la sensibilidad lingüística para percibir los cambios en el uso de la lengua que se van produciendo en los distintos grupos sociales, en las diferentes regiones hispanoparlantes y en las diferentes actividades económicas, científicas o culturales. Creo que lo fundamental para quienes ejercemos la traducción profesional es percibir los cambios y analizarlos de manera objetiva para luego tomar las mejores decisiones poniendo la eficacia comunicativa en el centro de la escena.
No se trata de imponer una pauta lingüística sobre la otra ni de denostar a quienes optan por usos que no compartimos. No se trata de determinar quién tiene razón y quién deja de tenerla, porque ese es un debate absolutamente estéril. Se trata de ampliar la mirada para percibir las formas en que las distintas comunidades emplean la lengua para enriquecernos a partir de la diversidad, aprender y hablarle a cada grupo de hablantes como necesitan y prefieren que les hablen para poder así servir a los propósitos de quienes confían en nuestros servicios.
Se trata de desarrollar la capacidad de valorar las opciones existentes, que no son más que la evidencia de la creatividad lingüística de los hablantes a la hora de generar soluciones para sus necesidades comunicativas. Se trata de dejar de lado la forma en que yo quiero o prefiero hablar para centrarme en la forma en que el público destinatario de mi traducción prefiere que le hablen para que quienes confían en mis servicios logren cumplir con sus objetivos gracias a mi mediación lingüística.
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