FONTANARROSA Y LAS MALAS PALABRAS

La tercera edición del Congreso Internacional de la Lengua Española -realizada en nuestra ciudad hace quince años, tuvo su sello bien rosarino de la mano del recordado escritor y humorista Roberto “Negro” Fontanarrosa. 
Lejos de la solemnidad y los academicismos, Fontanarrosa participó de la mesa “Español internacional e Internacionalización del español”, con la ponencia “La internacionalización del español”. Con la desfachatez y simplicidad que lo caracterizaban, comenzó su exposición aludiendo a que un congreso de la lengua es el lugar ideal justamente para plantearse preguntas, y por su parte, aprovechó la oportunidad para interrogarse sobre “por qué son malas las malas palabras”.
 
 

Las irremplazables 

En su alocución, Fontanarrosa se preguntó “quién define lo que es vulgar y lo que no”, argumentado que para él las malas palabras brindan otros matices. “Hay palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza y por contextura física. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza o que es un pelotudo”, subrayó. 
En torno a este vocablo, el humorista y escritor se explayó: “El secreto de la palabra pelotudo podría referirse a un utilero de fútbol. El secreto y la fuerza está en la letra 't'”. 
Su defensa también incluyó a “carajo”, otra palabra “maravillosa”, que en otros países “está exenta de culpa”. “Tengo entendido que era el lugar donde se colocaba el vigía en lo alto de los mástiles. Amigos mexicanos me explicaban que las islas Carajo están en el Océano Índico”, comentó.
Para Fontanarrosa otra palabra “irremplazable” es “mierda”, y el secreto de su “contextura física” está en la erre. “Por ejemplo, cuando algún periódico dice que el senador fulano de tal envió a la m....a su par, la triste función de esos puntos suspensivos merecería también una discusión en este congreso”, apuntó.  

Amnistía para las malas palabras

En el cierre, el entrañable escritor reforzó su defensa, recordando la condición terapéutica de las malas palabras. “Lo que pido es una amnistía para las malas palabras, vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje porque las vamos a necesitar”, concluyó.
Los invitamos a escuchar y disfrutar del discurso completo: 
 
 
 

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